domingo, 16 de septiembre de 2012

...que olvidó su dolor (parte II)

    Seguramente estarán quienes digan que no son corruptos y se llenen la boca hablando de honestidad y moral: yo no haría eso. ¿Pero como estar tan seguro? Si el argentino cada vez que puede no pagar algo, no lo paga, cada vez que puede ventajear a alguien lo hace... y eso lo hace corrupto, aunque el crea que lo hace vivo. Así daña a la sociedad, a un tercero o destruye algo. No nos importa cuanto repercuta ese acto en particular, constantemente estamos accionando de manera corrupta. Como cuando el argentino que tiene una moneda cruza el charco hacia Europa y encuentra un sistema de transporte libre de control alguno... bah, encuentra "transporte gratuito" (me declaro CULPABLE). Y no es necesario salir del país para encontrar estas actitudes: para el 62 en Plaza Francia y como la puerta delantera de la formación no andaba del todo bien, el chofer abre la puerta del  medio para que suba la gente. Al irse todos los que ingresaron a sentarse, aprovechándose de la situación, el conductor dice con una sorprendente amabilidad -La maquina está habilitada, pueden pagar, ¿si?-. Uno de los que entró aplicando la modalidad paga dios, un chico de traje bien arreglado, contesta de mala manera -¡Hubieses abierto la puerta de adelante!-. Era temprano a la mañana, por lo que no tenía ganas de discutir y pelear como habitualmente me sucede, pero me pareció correcto preguntarle si entrar por el medio lo habilitaba a no pagar y contarle que todos los que habíamos subido antes habíamos pagado como correspondía. No hubo respuesta. No hubo apoyo. Este pequeño incidente me trajo a la mente una idea que frecuentemente revolotea por mi cabeza: somos inmunes a la corrupción, tanto que ya es parte de nosotros. No nos genera  mucho, como a un matarife terminar con una vaca, a sabiendas que para cualquier otra persona esa sería una faena difícil de llevar a cabo, a nosotros llevarnos por delante normas o gente no nos mueve un pelo. Y nos debería revolver el estómago,  la consciencia. Podemos observar la sangre espesa chorrear por el cuello de la sociedad como un espectáculo cotidiano. Así estamos maniatando el camino hacia una sociedad más justa donde se pueda vivir en armonía.
   Esos políticos de los cuales esperamos solución a todos nuestros problemas no son más que el reflejo en un espejo de lo que somos nosotros. Nacen del fondo de nuestra sociedad con todos nuestros vicios, solo que  manejándose a otra escala. Hay que entender que para que este reflejo cambie primero tengo que cambiar yo en el día a día, en los pequeños actos y así erradicar las actitudes corruptas. Recordar que con cada acción corrupta le hago un daño a la sociedad de la soy parte, que aunque imperceptible, a la larga nos cuesta a todos; que la sociedad no es algo etéreo sin importancia, sino algo que construyo a cada paso que doy y que si esta es fuerte y sin vicios, nuestras oportunidades de prosperar van a ser cada vez  más grandes.

1 comentario:

  1. Inmunes o acostumbrados, no olvidemos que Buenos Aires (y Argentina..) nació del contrabando y la corrupción!

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